Parar no sirve para nada
El país vive una nueva jornada de paro inútil, como tantas otras veces a ocurrido en nuestro país. Vivimos uno de los peores ajustes que recuerda nuestra historia, inclemente con las clases sociales a las que el gobierno dice proteger- Ello llevó a los sindicatos opositores a plantear un plan de lucha que claramente se da de bruces con la realidad de los trabajadores.
No es que no sufran esta crisis ni que apoyen incondicionalmente a esta gestión. Sino que ha quedado claramente demostrado que las intensiones y necesidades de la dirigencia sindical argentina poco tienen que ver con la realidad y solo están arraigadas a las necesidades políticas propias de ellos mismos.
Todos aquellos que pudieron ir a trabajar fueron, y no se trata de gente que no sufra el ajuste, ni que compartan la política neo liberal del gobierno, sino que simplemente defienden su fuente de trabajo porque necesitan de él.
Los otros son sencillamente víctimas de un grupo de sindicalistas que decidieron privarlos del transporte para poder movilizarse y son víctimas de ese poder, que ejercen de manera nefasta y discriminada desde hace muchos años. Los mismos que fueron complacientes y hasta alcahuetes en similares situaciones críticas pero de su mismo signo político como por ejemplo Menem y Fernández.
De haber podido ir a trabajar, hoy hubiese sido un día normal y esto nada tiene que ver con la adhesión o no a las políticas del gobierno, sino con la convicción de que esta no es la manera y nunca lo fue.
Ni siquiera los docentes pudieron ir a trabajar, en serio piensan que todos creen que lo mejor es parar. Los que sí de adhirieron rápidamente fueron los senadores que debían estar debatiendo en comisión la Ley Bases y mostrando toda su inteligencia para que el dictamen sea negativo.
No sabemos que tanto éxito puedan tener las políticas liberales que ya fracasaron en tiempos pasados con tan tristes recuerdos para la clase media. De lo que sí estamos seguros es que este tipo de dirigencia ya fracasó en la argentina, la gremial y la que dicen defender esa manada de vagos que hoy no fue al Senado de la Nación.
Este tipo de sindicalismo está obsoleto y personalmente dudo que a estos dirigentes les preocupe el país, simplemente defienden y seguirán intentando defender sus intereses y no los de los trabajadores.
El gobierno no mostró todavía las bondades del cambio que propone y puede que le cueste mucho trabajo hacerlo, el sindicalismo de los Moyano y compañía ya mostró todas sus mezquindades y limitaciones; será por eso que la gente de no ser por la fuerza ya no los acompaña.